Un grupo de 72 personas participó el año pasado en una inmensa farsa sin saberlo. La mitad de ellas se autodeclaraban “electrosensibles”. Presentaban una catarata de síntomas inespecíficos, como fatiga, vértigo y náuseas, que atribuían a los campos electromagnéticos producidos por los sistemas wifi, los teléfonos móviles, las pantallas de ordenador y otras tecnologías de su entorno. Las otras 36 personas, por el contrario, tenían una relación normal con la informática y las telecomunicaciones.
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