Una investigación de la Universidad Duke ha dado pistas sobre las razones biológicas de esta huella mental. Los ganglios basales de ratones a los que se habían inducido malos hábitos cambiaban. La ruta neuronal por la que viajaba la señal de activación disponía de más circuitos que la que interrumpía el hábito. Y, además, había un cambio en la velocidad de activación: aquella que correspondía con el hábito fijado se alertaba antes.
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